SENAQUERIB

 

 

Speaking about the work “Sur – embrión de transparencias” (The South -an embryo of transparencies).

My friend Héctor Herrera brought from Concepción the work of Senaquerib, the young painter.   We saw it together, and we clapped together

A work that brings us the smell, the humidity, the essence of its southern forests.

If he follows on his line, we will have in him a great interpreter of the beautiful Bio Bio region

Nemesio Antúnez

Santiago, 19 March 1993

Lo que necesito es amor*
-Sobre la obra de Senaquerib-

Son signos rotundos, contundentes. Más allá de cualquier ambigüedad la obra de Senaquerib se nos presenta en primer lugar como una impresionante muestra de fuerza. Hay en estas series una suerte de destino heroico, de sobreposición al sufrimiento y a la extrañeza, apelando para ello a un lenguaje que se detiene precisamente en esas áreas de pérdida y de expulsión, hurgando en ellas y exponiéndolas como si de ese modo se pudiera, al menos en parte, exorcizar las heridas que esas mismas huellas han provocado. Esos son los TERRITORIOS DE EXTRAVÍO que nos muestra esta pintura; su apuesta toca aquellas zonas estupefactas, entumecidas de nosotros mismos que anidan en el fondo de un acto tan absoluto como es el de estar vivo. Experimentamos estos signos a la vez infinitamente frágiles, infinitamente despojados, infinitamente solitarios, porque sólo desde esos territorios, desde eses extravío, podemos tal vez recobrar nuestra condición y emprender un nuevo nacimiento.

Las pinturas plasmadas en largos y angostos bastidores de 200x40cm. Cada una están dispuesta en series donde la sucesión de úteros y fetos repetidos, de espermios y semillas, de pinzas y cucharas abortivas, de códigos genéticos nos muestra la cifra de una disputa terrible, librada en todas partes, y que toca precisamente el instante en que se decide entre la vida y la nada. Como en un juego extremo, muchos de estos cuadros nos exhiben objetos de desalojo o de cierre que de una u otra forma han quedado retenidos; la imagen de una llave en el políptico LA MEMORIA los contornos de un gorro de gnomo bajo un conjunto de bellos púbicos en RINCÓN DE PAULINO, la cureta y la pinza quirúrgica en LA EXPULSIÓN, en un entrevero de objetos y elementos fuertemente experimentados, sentidos, que adquieren todas aquellas connotaciones que los transformaron en signos desencadenantes, en módulos de recuerdos, en pequeños lutos. Estos objetos toman así una forma terminante inapelable a la vez están tratados en la pintura con una extrema delicadeza. Cada pincelada va recreando los contornos de esas figuras con una disposición amorosa y lenta que pareciera recrearse en su reproducción. La tensión que se provoca es así entre lugares y territorios irreconciliables como si hubiera un amor fijo, detenido en cada derrota, en cada pérdida, en cada traición y abandono.

Lo que nos hace presente entonces esta obra es el dramatismo de una situación humana que sólo puede reafirmarse si logra entender y hacer suyo, acariciar incluso, los símbolos visibles de aquello que exactamente estuvo a punto de aniquilarnos. La sensación es entonces la de un drama tan íntimo como cósmico, tan general como referido al alma de una sola persona, de una sola experiencia, y que se está mostrando tanto en la imagen recurrente del aborto como en la omnipresencia de los códigos genéticos, es decir, de los códigos de la vida y la continuidad de ella.

Son escasísimas las ocasiones en que nuestro arte nos puede llevar a consecuencias tan radicales, a un similar sentido de la desolación y de la vida. Aún cuando el estilo y las formas son radicalmente otras esta pintura nos recuerda fuertemente la lección de los pintores ingleses contemporáneos, fundamentalmente ese aniquilamiento sistemático, monstruoso y a la vez liberador de Francis Bacon o la ternura desesperada y llorosa de las pieles y rostros de Lucien Freud. El intento de objetivar se transforma así en Senaquerib en un acto desgarrador. Sus series son en extremo racionales, sus composiciones obedecen a un rigor casi maniaco como si quien las ha ejecutado apelara a ese extremo del orden como una especie de muro de contención porque su frontera inmediata lo que está exactamente a un milímetro más allá, es la locura y la destrucción total. Esta obra, apelando entonces a una temática en la cual están en juego todas las ideas que nos podamos haber hecho de eso que se denomina SER HUMANO, nos entrega una noción descarnada y desoladora del juego de la supervivencia porque quien habla en estas obras sea cual sea la forma que toma su ejecutante, es un ser que en el límite de la desesperación, del abandono y del sufrimiento hace no obstante una apuesta radical y emocionada por todo aquello que llamamos existencia.

Es esa la pasmosa dulzura que reflejan las pinceladas. No se trata solo de una técnica pictórica que el artista juega hasta la maestría, sino que ese cuidado prolijo, esa especie de hiperrealismo sensible, constituye sobre todo la declaración más emocionante de alguien que ha comprendido que es preciso amar incluso aquello que nos destroza, aún eso que puede aniquilarnos sin redención posible porque solo de ese ensimismado detenimiento en los emblemas que nos empujan a la muerte o la destrucción pueden emerger también los lugares desde donde es posible intentar una nueva mirada, vale decir, un nuevo enamoramiento . Lo que Senaquerib nos muestra es que esa contradicción es el sentido y la fuerza de todo arte.

Los TERRITORIOS DE EXTRAVÍO se abren así como un aullido y canto de amor, desesperado y maravilloso, desollante y empapado a la vez de delicadeza, que simultáneamente se levanta como un testimonio de un tiempo concreto, de un momento social e histórico de Chile en cuyo núcleo no anida lo conciliador ni lo light ni siquiera la condescendencia educada, sino que, por el contrario, está cuajado de discursos sordos y contrahechos, iracundos y anegados de una ansiedad y de un deseo tan fervoroso como potencialmente destructivo y que, en todo caso, ninguna seudo armonía o conciliación superficial está en condiciones de colmar.

Esas fuerzas que están presentes en la obra de Senaquerib están así también presentes en el entorno que habitamos, en las calles que recorremos, en los brotes de violencia cotidiana e incluso en los discursos adormecedores de nuestros hombres de bien. Habitamos ciudades que son en sí misma un grito de amor y simultáneamente son el mentis más feroz y despiadado a ese anhelo sin límites. La conmoción que puede provocar las obras que ahora presenciamos se debe en gran parte a que ellas están afincadas en lo más desnudo de ese corazón que grita. Por medio de estas imágenes, de sus símbolos sexuales y de sus códigos genéticos, de sus elementos cotidianos y de sus cucharas y pinzas abortivas, a través de sus colores crudos y a la vez arrasado de matices, lo que se presenta es un alma colectiva y el deseo siempre presente de pasar de la maldición, del artista entendido como un maldito de la tierra, a la condición angélica de los benditos.

Creo que en eso radica la estupefaciente energía de esta obra,. ¿Cómo tocar la desesperación, el borde del exterminio y de la pérdida total y ser capaces, no obstante, de pasar al instante siguiente, al segundo exactamente que viene después? ¿Cuándo todo se ha destruido a tu alrededor, cómo se hace eso? Siento el pálpito de esas preguntas y siento también que desde el desgarrado intento de Senaquerib emerge una respuesta. Esa respuesta no puede sino apelar a la emoción: socavar los concretos de las avenidas, vislumbrar detrás de los letreros luminosos, de los radiantes escaparates, de los grandes edificios, para recoger allí la brizna aún de vida que sobrevive al aborto general.

No es el abandono, es la premura por aceptarlo como el único destino que nos era posible lo que finalmente nos destruye. El abandonado, como en estos cuadros de pérdida y de vida, levanta aquí de nuevo su rostro para aferrarse a los signos que debajo de todo nos dan cuenta de una sobrevivencia, de un más allá de nosotros mismos que nos condena, aunque la palabra sea desoladora, a insistir mientras vivamos en las rotas trazas de la vida. Vivimos y celebramos. No le podemos pedir al pintor que nos entregue más muestras que la de su devoción apasionada, que la de su ternura y recogimiento. Cada detalle de estos cuadros está bañado por ese recogimiento y por esa devoción. Las figuras son a menudo terribles, podemos incluso imaginarnos, sentir esas pinzas y esas cucharas expulsándonos del mundo, y sin embargo, podemos también sentir que esta apuesta, que la que hemos aquí contemplado, está en el límite de lo que un hombre y un artista nos puede entregar. Celebremos entonces este testimonio apasionado, esta entumida fragilidad, esta carne que desde los cuadros nos habla y nos mira.

Raúl Zurita

Abril de 1998.

*El título de este artículo está tomado del nombre de la autobiografía del actor Klaus Kinski, libro con el que esta pintura no deja de tener resonancias profundas y sorprendentes.

 

“Punto Final”; Edición del 18 al 21 de Noviembre de2013. Un artista al rescate del Barrio Mapocho.

Un artista al rescate del barrio Mapocho.

El mismo día en que se publiquen estas líneas se estará inaugurando la primera de las dos jornadas (8 y 9 de Noviembre) que contempla el Tercer Festival de “Jazz a la Vega”, que organiza el pintor y artista visual Senaquerib Astudillo. Una actividad gratuita, abierta a todo público, realizada en el corazón de la Vega Central y que convoca este año a importantes músicos chilenos e internacionales, como Karen Rodenas Cuarteto y Antonio Restucci con Sagare Trío.

El festival, que en años anteriores tuvo una masiva presencia de público, forma parte del proyecto Colectivo Mapocho, instancia cultural creada por el mismo Senaquerib Astudillo cuando hace quince años se instaló en un viejo edificio del barrio Mapocho -frente a la mítica piojera de los terremotos y las tortillas al rescoldo-, dispuesto a dar una lucha, muchas veces solitaria y siempre desgastadora, por el rescate patrimonial del barrio y por hacer del sector una suerte de pulmón cultural de Santiago, como lo fuera en otra época cuando la Estación Mapocho era el punto de entrada a la capital y los restaurantes de la calle Bandera –“El Hércules” o “La Bomba”, por ejemplo-, sitios frecuentados por poetas y escritores de la talla de Pablo Neruda, Juvencio Valle o el “Cadáver” Valdivia, todos personajes que evoca notablemente el escritor Diego Muñoz Espinoza en su libro La bohemia nerudiana y que tienen un lugar destacado en El Santiago que se fue de Oreste Plath, gran investigador y promotor del folclore chileno.

Senaquerib Astudillo es un artista de renombre y trabajo sostenido durante varias décadas. Sus pinturas, de grandes formatos, depurada técnica y mágico juego con los colores, son ampliamente cotizadas en Chile y el extranjero. Sus fotografías, entre las que recordamos las más de doscientas que expuso hace dos años en el Museo de Bellas Artes, son una huella gráfica de los rincones y de la vida a los bordes del Mapocho, captada desde el espacio que ocupa el artista en uno de los edificios más emblemáticos de la arrabalera calle Aillaivilú. La misma calle donde tiene su guarida el detective Heredia, y donde la cultura popular convive con el tráfico de drogas y las cuchillas siempre prestas de algunos delincuentes de callejón, siempre peligrosos, aunque no tanto como los delincuentes de cuello y corbata que afanan a la gente con sus tarjetas de créditos, seguros “cascadas” y otras faramallas del mundo de las finanzas.

En el Colectivo Mapocho conviven artistas que se comunican de variadas formas, pero con un idéntico compromiso con la creación y las distintas expresiones de la ciudad, fotógrafos, poetas, artesanos, ilustradores, pintores. También funcionan algunos talleres y suele ser un lugar de encuentro y tertulia para creadores de diversos ámbitos. Sin embargo, y a pesar de las notables intenciones del promotor de este proyecto, su trabajo no está exento de dificultades y ha tenido que dar duras batallas para sostener su iniciativa cultural. Batallas vinculadas a la reconstrucción física de un espacio arquitectónico que el tiempo y los malos usos han deteriorado, como también, y principalmente, con la relación diaria con muchos de los habitantes del entorno, que prefieren que tanto el edificio como el barrio sigan con su sello delictual y peligroso para beneficio de los narcotraficantes o de los que lucran arrendando habitaciones miserables a inmigrantes que llegan a Santiago en busca de una fuente de trabajo. Rayados y excrementos en las paredes de su departamento y amenazas directas y solapadas, entre otras cosas, ha tenido que soportar este artista que tiene el sueño de ver el barrio Mapocho, desde la calle Bandera hasta algunos sectores de Recoleta, convertido en un gran espacio urbano, en el que pueda convivir el comercio popular con la cultura, la recreación y el resguardo patrimonial de un sector relacionado directamente con la historia política y cultural chilena.

El trabajo de Senaquerib Astudillo, alejado de las estridencias mediáticas y apoyado por otros artistas con similares motivaciones, es una muestra de un quehacer casi subterráneo que va generando raíces sólidas en defensa del patrimonio y la difusión de los creadores. Un trabajo que aún no se conoce en toda su profundidad y perspectiva, y que estos días se moverá al ritmo siempre magnético del jazz

Ramón Díaz Eterovic.
Noviembre de 2013

 

An artist to the rescue of Mapocho neighborhood
Ramon Diaz Eterovic
The same day that these lines are published will be opening the first of two days (8 and 9 November) that includes the third versión of “Jazz a la Vega” Fest organized by the painter and visual artist Senaquerib Astudillo. A free activity open to all public held in the heart of the Central Vega ( histor- ical food market) this year gathers important Chilean and international musicians like Karen Rodenas Quartet and Antonio Restucci with Sagare Trio.
The festival that in previous years had a massive presence of public is part of the project of Colectivo Mapocho, Cultural instance created by the same artist Senaquerib Astudillo when fifteen years ago he was installed in an old building Mapocho neighborhood, against the mythical “Piojera” of the “terremotos” and “tortillas de rescoldo”- prepared to give the fight often lonely and always tiring for heritage rescue of the neighborhood and make the sector a kind of cultural lung of Santiago as it was in another time when the Mapocho Station was the entry point of the capital, and the restaurants of Bandera Street “El Hercules” or “La Bomba”for example, frequented by poets and writers such as Pablo Neruda, Juvencio Valle or “El Cadaver” Valdivia, all characters that the writer Diego Muñoz Espinoza evokes remarkably in his book Bohemia Nerudiana and have a prominent place in the “San- tiago which was” from Oreste Plath a great researcher and promoter of Chilean folklore. Senaquerib Astudillo is a renowned artist, working steady for several decades. His large-format paint- ings, refined technique and magical matching colors are widely recognized on Chile and abroad. His photographs among which we remember the more than two hundred photos presented two years ago at the National Museum of Fine Arts(MNBA), are a graphic trace of the corners and life at the edges of Mapocho river, captured from the space occupied by the artist in one of the most emblematic buildings of the suburban street Aillavilú .The same street where Detective Heredia had his lair and where popular culture coexists with drug trafficking and the knives always ready of some alley crim- inals, always dangerous, although not as much as white-collar criminals that strive people with their credit cards, insurance “waterfalls” and other tricks of the finance world.
In the Colectivo Mapocho coexist artists who communicate in various ways, but with the same com- mitment to the creation and the different expressions of the city. Photographers, poets, crafters, illus- trators, painters. Also some studios works here and is usually a place to meet to creators of diverse areas. However, despite the notable intentions of the promoter of this project, his work is not without difficulties and has had to battle hard to sustain this cultural initiative. Battles linked to the physical reconstruction of an architectural space that the time and misuses have deteriorated, as also and prin- cipally with the daily relationship with many of the dwellers,who prefer both the building and the neighborhood continue with their to wrongful and dangerous stamp, for benefit of drug dealers or those who profit by renting miserable rooms to immigrants arriving in Santiago in search of a source of work.Striped and excrement on the walls of his apartment and direct and overlapping threats, among other things, has had to endure this artist,who has the dream of seeing the Mapocho neighbor- hood, from Bandera street to some sectors of Recoleta, converted into a important cultural space, where can coexist the popular trade with the culture, recreation and heritage shelter of a sector directly related to the Chilean political and cultural history.
Senaquerib’s work, away from the media fanfare and supported by other artists with similar motiva- tions, is an example of an almost underground chore that generatessolid roots in heritage protection and dissemination of creative work .A work not yet known in all its depth and perspective and that these days will move to the always magnetic rhythm of jazz.

Santiago, Septiembre 2015.

MoMA visita Senaquerib Astudillo.

El edificio que acoge el taller del artista visual Senaquerib Astudillo y al Colectivo Mapocho, es un inmueble patrimonial construido en 1928 y diseñado por unos de los arquitectos mas relevantes de Chile, Alberto Cruz Montt. Esta edificación de cuatro pisos de altura, fue concebido con locales comerciales en el primer nivel y uso habitacional en los pisos superiores, conformando un conjunto de 30 propiedades en total y manteniendo en forma irregular estos destinos hasta la actualidad.

Con el pasar de los años el lugar tuvo diversos propietarios y residentes que en su mayoría no valoraron la riqueza arquitectónica que los albergaba, llevando a evidenciar el descuido y abandono al ver el desprendimiento de material en la superficie de esta construcción.

 

 

La zona colapsó y no solo debido al deterioro de fachada si no que a una suma de irregularidades que ponían en peligro el área, como por ejemplo, el hacinamiento de personas, redes eléctricas intervenidas y deterioradas, cargas de combustibles ligadas al hacinamiento, etc. Esto llevo al pronunciamiento de la autoridad municipal a decretar inhabitabilidad y el desalojo de los ocupantes el día Domingo 30 de Agosto del 2015. Este desalojo incluyó un par de departamentos pertenecientes al artista Senaquerib Astudillo que ocupaba como taller y lugar de trabajo del Colectivo Mapocho, quedando después de esta resolución municipal sin lugar donde operar.

El Sábado 26 de septiembre del 2015 a las 13:30 horas, el jefe de la biblioteca del Museo Milan Hughston y un grupo de curadores del MoMA visitan al artista y su agrupación el en edificio a menos de un mes de su clausura. Como este encuentro se había programado el mes de Junio del 2015, debido al interés del grupo de curadores y dada la importancia de la visita, se logró que la autoridad municipal accediera a abrir el espacio en forma discreta por 24 horas. Ese día hubo que trasladar e ingresar las obras de madrugada al edificio, montarlas y desmontarlas de día, para luego de madrugada sacar, trasladar y depositar las obras en la bodega desde donde fueron sacadas.

El traslado fue complejo debido al tamaño de las obras 1.30×2.30 mts. y 1.30 x3.00mts. El desplazamiento en la oscuridad, pasillos estrechos y áreas comunes atestadas de basura, hacían más difícil este actuar. Sin embargo, no hubo problemas en esta operación, ya que el artista diseñó en relación a la extensión de sus brazos la medida de 1.30 mts en la mayoría de sus pinturas de gran formato, lo que implica para él un traslado mas cómodo por estar adaptado el material a su cuerpo.

Dada los sucesos acontecidos, el abrir ese día Mapocho para MoMA, fue el encuentro con la tensión en toda su extensión. Fue sentir la coherencia entre el cuerpo creador, el cuerpo creado y el territorio.

 

 Santiago, September 2015
MoMA visit to Senaquerib Astudillo..

The building that houses Visual artist Senaquerib Astudillo’s workshop and Colectivo Mapocho’s headquarters is a patrimonial structure built in 1928 and designed by one of the most prominent Chilean architects, Mr. Alberto Cruz Montt. This four-floor structure was conceived with the commercial offices on the first level and housing in the upper floors, gathering 30 properties in total maintaining these destinations in an irregular fashion until today.

As years went by the place had several owners and residents that in most cases did not value the architectural richness that housed them, evidencing the neglect and abandonment by the collapse of the material on the surface of this construction.

The zone collapsed and not only due to the facade deterioration but also to a series of irregularities that jeopardized the whole area, for example overcrowding of people, inexpertly manipulated and deteriorated electrical grids, fuel deposits linked to the overcrowding, etc. Due to all these deficiencies the Municipal Authorities decreed the building unfit for habitation and eviction of the occupants on Sunday August 30th, 2015. This eviction included two apartments that belong to the artist Senaquerib Astudillo that used them as his studio and headquarters of Colectivo Mapocho, being left without any place to operate after this decree of the local city council.

Some weeks after the closure of the building, on Saturday September 26th, 2015 at 13:30 hrs, Milan Hughston, head of MoMA’s Library and a group of curators from the Museum visit the artist and the Colectivo group at the building less than a month prior to its closure. Since this event had been scheduled in June 2015 and given the manifested interest by a group of curators and the relevance of their visit, it was possible that the municipal authority finally authorized the opening of this space discretely for 24 hours.

On that day we had to transfer and enter all the artworks in the building at dawn, mount them and unmount them in the daytime, then at dawn take out, transfer, and place the artworks in the storage where they were kept.

Moving the artwork was complex due to the size of the paintings 1.30 x 2.30 meters (4’ 3’’ x 7’ 6.5’’) and 1.30 x 3.00 meters (4’ 3’’x 9’ 10’’). The darkness, thin hallways and common areas filled with trash, made it very difficult to move. Nevertheless, this operation could be done without any problems, since the artist designed his works in large format, most of them in proportion to his arms’ length. The measure of 1.30 mts in length allows him to move around.

Given the previous events, to open Mapocho for MoMA on that day, was to come upon the tension in all its extension. It was to feel the coherence between the body creator, the body created and the territory.